Cuenta la leyenda de un muchacho, joven miembro de una tribu. En su campamento siempre llovía, y las noches se hacían oscuras y largas, ya que sus fogatas no se quedaban prendidas con cada lluvia. Un día este joven marchó fuera de su campamento y se encontró con una montaña, qué le dijo "Súbete, te quiero enseñar algo".
El joven subió hacia la cima, y se tardó horas en llegar. Estaba a punto de rendirse, y hasta llegó a extrañar la seguridad de su campamento, aun así con sus noches oscuras y tristes. Fue cuando llego a la cima de esta montaña en particular que vio la lluvia caer en su campamento. El joven quedó asombrado al ver cuánta vegetación se nutría de la lluvia. La misma ecología que le daba de comer y de respirar mientras él estaba abajo.
Desde ese momento el joven aprendió a nunca más quedarse en la misma aldea. Narró su historia al resto de la tribu y les contó de la montaña, hermana de ellos todos, y de su sabiduría ancestral. El joven partió en un viaje sin fin para seguir aprendiendo de otras montañas, pero se aseguró de dejarle saber al más joven de su tribu sobre la sabiduría de las montañas, para cuando su pueblo lo necesite más, ellos recuerden que las lluvias son más hermosas al verlas desde arriba.
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