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Hijos de la calle

Actualizado: 10 ene

Hay un sonido que habita en tu cuerpo.

Un sonido predecible, pero liberador.

Un ritmo que te hace soltar, sudar, y sanar.

Con líricas que te hacen desear.


Hay un sonido que entiendes muy bien.

Que te crio desde temprana edad, y nunca te dejó.

Te acompañó durante tu primer quiebre, y tus hitos de la adolescencia.

Te regaló memorias y de vez en cuando te arropó con advertencias.


Siempre te reprimieron por escuchar sus letras.

"¿Quién llegaría a crecer con una buena moralidad

Al escuchar cánticos degradantes a la mente, el cuerpo,

Y degradantes a las mujeres que amamos?"


No obstante, mantuviste buen manejo de tus dualidades -

Elementos de la condición humana que se viven en tu barrio.

Donde se vacila, se ríe, se llora, y donde se lamenta.

Ese barrio donde los golpes más duros te alimentan.


¿Cómo llegarían a entender que tu generación tuvo que madurar

Y agarrar de la mano lo más banal, y lo más efímero de la existencia?

Porque en tu barrio siempre hubo una puta y un bandido,

Pero hubo libertad y belleza en medio de la violencia.


Hubo amor y hubo odio. Hubo solidaridad y hubo envidia.

Porque todo eso hay en un barrio producto de la subsistencia.

Ahí donde la escasez era el pan diario,

Ahí donde encontraste arte y singularidad en un ritmo.


Han sido 30 años del desarrollo social,

Y hay críticos que no consideran a tu arte música alguna.

En su prejuicio no entienden que tu espíritu se manifiesta Como rio de emociones en las melodías de tus voces.


El ritmo es el mismo, porque nuestras calles son las mismas.

Porque no importa si vienes de Humboldt Park, Santurce, Callao, o Buenos Aires

Tus calles son todas iguales - son un ritmo de cuatro barras.

Así las construyeron tus países, y así conoces tus lares.


Puede que si hubieras nacido en la naturaleza, tu mente sería distinta.

Otorgarías lugar a las composiciones de otros, pero te toco vivir en la calle.

Calle rígida, donde el hip-hop te liberó del ciclo que no termina.

Nadie veló por tu liberación, pero el tiempo de tu proceso es perfecto.


Así que te liberaste encima de una pista.

Cantaste con el alma, improvisaste, y te hiciste artista.

Fuiste flor que creció en el pavimento.

Brillaste como estrella en medio de la contaminación lumínica.


Ahora hay miles como tú, que también quieren ser astros.

En típica revolución urbana, cambiaste las drogas y las armas,

Por el micrófono que te sacaría de la pobreza.

Ya tu corazón y tu espíritu se adueñaron de las frecuencias.


Pero ahora eres David luchando contra Goliats industriales,

Que se apropiaron de este sonido que te ayudo a soltarlo todo.

Ahora se dedican a atraparte en un ciclo nuevo.

Ciclo de pobreza donde les conviene tenerte.


Te pagan bien por cantar mantras de pobreza filosófica,

Porque se dieron cuenta de que ya casi estabas soltando.

Industrias que te usan, y te dejan cuando supuestos amigos se roban tus frutos,

Que te abandonan cuando la calle viene a cobrarte la vida.


Hay un sonido que habita en tu cuerpo.

Es un sonido que quiere salir.

Escúchalo muy atentamente, que viene de tu corazón.

Amárralo con la mente, y dale la razón.


Todavía hay oportunidad de transformación.

Tu barrio está esperando tu evolución.

Eres arte urbano, digno de exaltación.

Pero acuérdate, amado, que en lo natural todo conduce a la sanación.

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